Ayer mismo, me preguntaba mi tio Jess (L.A.), qué me parecía la arquitectura de Ricardo Bofill.
Y claro, no pude mentir.
Le dije que, frente al rojo con naranja de la “Muralla roja” de Calpe, cuyo único mérito ha sido inspirar el edificio del “Juego del Calamar”, comparara la sutileza de la esquina de Carvajal. Nada frente al todo.
Y que, frente al feísmo de la “77 West Wacker Drive” de Chicago, mezcla de cristal y falta de rigor a partes iguales, comparara la elegancia de la utópica torre “Illinois” de Frank Lloyd Wright de1.956. Caricatura frente a diseño.
Y que, frente a la imprecisión y condescendencia con los útiles griegos del “Teatro Nacional de Cataluña”, comparara la originalidad y el ideal de modernidad del Pabellón de Barcelona de Mies de1.929. Copia frente a precisión.
F.N.
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