“Poníase el sol”. Estoy sereno, ya solo hay silencio, mi corazón abandonó sus latidos.
Ahora que solo me espera la eternidad, “no sé por qué, me acometió vaga tristeza. Acaso era remordimiento de haber engañado a un alma creyente; acaso la intuición confusa de que aquella alma”, el alma de mi querida hija, valía más que la mía.
EMILIA PARDO BAZÁN + F.N.
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