¡Qué sentimiento más horrible! Codiciar y no poseer.
Mi querido Pepe pinta desde su más tierna infancia pero, para amargor de incondicionales y fanáticos, su producción es tan de escasa como la de Vermeer.
Solo Cristina puede disfrutar de sus pasteles, sus otoñales paisajes, su gordo con muñeca de adulto, sus caminos con malvas, sus anaranjadas campiñas, …
Y para ahondar en el rango de melancólicos pecados, ¿es peor la codicia o desaprovechar el talento innato? ¿Es peor el sentimiento del envidioso que envidia poseer un cuadro de rosas pálidos con árboles de cobre o por el contrario es más infame el remanso de paz de los pinceles esperando colorear el mundo?
Mucho peor, no pintar dóciles claroscuros, olas de un mar azul y triste, sueños de paisajes imposibles, belleza imponderable que hubiese debilitado la vista.
Pecado capital.
F.N.