A sugerencia de mi querido amigo Montero, en el próximo artículo escribiré sobre Kant para no caer en el barro más triste.
Pero, ¿qué le ha pasado para dejar a su mujer, madre de sus hijos?
¿Qué trastorno en su lóbulo frontal le ha impedido reflexionar sobre la reincidencia de sus actos?
¿Qué perturbación de rango superior, le ha llevado al ridículo más arrogante?
¿Qué ego carcomido le ha hecho confundir popularidad con eternidad?
Y entiendo que todos podemos cometer equivocaciones, que la memoria Ram puede fallar por falta de corriente, pero, …, la reiteración en la falta, la difusión sin pudor de la mezquindad, la falta de dignidad con sus hijos, con una niña todavía adolescente, …
Deshonor.
En el cuento de la Bazán, “Los buenos tiempos”, la esposa engañada encargó al padre de la niña ultrajada que diera muerte al esposo infiel, “hizo la señal de la cruz, descalzóse, empuñó el hacha y, … mientras la esposa alumbraba con la vela de cera, el labriego descargó un golpe, otro, diez; …”
F.N.
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