Por casualidad, este año COVID-20, he descubierto lo que significa ser P.A.S.: “persona de alta sensibilidad”. Me intrigó tanto el término y la definición que, solícito busqué información en libros y redes.
Parece ser que el término lo acuñó la doctora Elaine Aron y para pertenecer a este, para mí, exclusivo linaje, de manera ineludible y simultánea, estas personas nacen y viven con cuatro cualidades:
Reflexión profunda sobre la información recibida
Tendencia a sobre-estimularse
Fuerte capacidad empática
Elevada sensibilidad sensorial
Reflexionando sobre qué personas “PAS” podría conocer, han brotado inmediatamente a mi mente, tres a los que quiero como si yo mismo estuviese afectado por algún otro síndrome no diagnosticado.
Mi querido padre, sutil, solitario e introvertido, siempre dulce y cariñoso, ha dedicado su vida a los demás. Escucha y siente tus problemas y emociones como propios, ha conseguido que me sienta más hijo que padre. Más hijo, que nada…
Mi querido amigo Pepe Casado, intuitivo, extremadamente emocional, amante del arte y de la música, sin límites para la generosidad, su capacidad empática desborda lo imaginable. Minucioso y perfeccionista en la permanente búsqueda por la armonía.
Y mi querido hijo Nicolás, adolescente creativo, nos ha regalado una vida llena de paz. Nadie le conoce un enfado, un reproche, una recriminación producto de instantes irracionales. ¡Niño maravilloso!
Intentaré añadir un poco de PAS a mi propia vida…
F.N.
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