Corazón dividido, cual amante infiel sin pudor ni recato.
Cárceles sin alma ni piedad. Balànsias y acuosas cárceles de inmensas belugas dando vueltas sobre sí mismas, cárceles de pandas gigantes recluidos en jardincitos de mentira, cárceles de jirafas de exposición expuestas al frío invernal, cárceles de leopardos agarrotados por la falta de voluntad, cárceles de koalas, camellos, búfalos, delfines, chimpancés, elefantes, lobos, mapaches, gacelas, mandriles, …
Cárceles, solo para satisfacer unas horas de curiosidad humana.
Y, sin embargo, el de Madrid, diseñado por mi querido Carvajal, es el mejor teatro animal jamás concebido. Orgánico cual sabana africana, cual selva tropical, sin rejas ni jaulas, creó un museo arquitectónico en sí mismo.
¿No sería perfecto si el zoo más bello lo pudiésemos disfrutar, sin presos, solo para paseos, patinetes, bicicletas y balones?
F.N.
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