Maestro de maestros. Ha sido y será, el mejor. Intransigente, misógino, duro, trabajador incansable, y algunas veces, … cariñoso y condescendiente.
Todavía recuerdo cuando atravesaba Madrid para llevarle desde la Escuela de Arquitectura a su estudio de la Plaza de Colón. Nacho Vicens estaba en Pennsylvania de profesor invitado y sus clases las impartía Carvajal. Me pidió que le llevara muchas veces y por supuesto yo aceptaba encantado solo por estar cerca de él, solo por sentirme elegido y especial. Solo para mí, hablaba de arquitectura, pero también de belleza, de familia, de trabajo, esfuerzo y sacrificio. ¡Un gran maestro!
Apasionado de la arquitectura no entendía la vida sin ella y renunció a casi todo por ser referencia de muchos que le adorábamos.
Tuve la oportunidad de cenar con su hijo Javier en su casa y pude comprobar que el sello de Carvajal sigue vivo en su hijo, en sus recuerdos y permanentes referencias, en su rigor, en el cariño …
Su arquitectura y sus enseñanzas han sido el espejo de varias generaciones de arquitectos españoles entre los que han destacado muchos, Campo, Selgas, Aranguren y Gallegos, Pinós, Portela, Mansilla y Tuñón, de las Casas, Nieto y Sobejano, de la Hoz, Sancho y Madridejos, Rubio, Ruiz-Larrea, Pereda y Pérez, Sala-Walter, Perea, …
Su arquitectura es espectacular. No hay mejor vivienda unifamiliar en España que las de Somosaguas y Soriano, mejor esquina que Monte Esquinza, mejor oficina que Adriática, mejor tienda que Loewe, …
Su arquitectura tuvo siempre un hilo conductor de racionalidad, de planos que se juntan y no se tocan, de superficies yuxtapuestas, … hasta quizás, Sevilla, que con el proyecto de su hotel de 3 cilindros rompe con esa línea continua para proponer planos tensados, líneas sin fin sin juntas ni fosas.
Nuestro maestro…