Este mayo del 21, ha fallecido el arquitecto brasileño, Paulo Mendes da Rocha. Si Niemeyer, orgánico, plástico y sinuoso, era hijo de Gaudí, de Saarinen, padre de Calatrava y Hadid; da Rocha, máximo representante de la arquitectura “brutal”, era hijastro de Louis Kahn, padrino de Carvajal, de Fisac, de Higueras, tío de Sánchez-Robles.
Hay una iglesia en el 40 de Conde de Peñalver, contundente, definitiva, bestial, de un “brutalismo”, brutal.
Cecilio Sánchez-Robles en los 60´, le regaló a Madrid, un edificio de hormigón que quiso parecerse a Chandigarh y finalmente resultó que Le Corbusier, el maestro, tuvo que rendirle pleitesía al alumno aventajado. De una belleza rotunda, una lámina de hormigón plegada, una grieta negra y horizontal invita a descubrir un interior oscuro, crudo, de blancos sólidos, donde la luz lucha contra la gravedad.
Belleza de grises, de luz, de vacíos, como el sol del Panteón, como las rajas de la Tourette, como las hendiduras de Tadao, como las “espinas” de las higueras, como los surcos de Fisac, los encuentros de Carvajal, ....
F.N.
Quise escribir sobre “da Rocha”, sobre el “brutalismo paulista”, sobre su propia casa, ¡su maravillosa casa!, sobre su arquitectura de hormigón y el lápiz me llevó, … a Carvajal.
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