¡Nos hubiese encantado conocer a Eero Saarinen!
“Sublime” porque nadie como él, supo aunar arquitectura y diseño. Heredero querido de Gaudí, padrino de Calatrava, loco de las formas, extravagante y sensual.
“Sublime”, su arquitectura, delirio de superficies espaciales, alabeadas, curvas, ... Sublimes sus alas en movimiento, las de la terminal de TWA en el JFK, santuario sublime sin cruz de la North Christian Church, sublime gajo de naranja verde del Auditorio Kresge, sublime arco sin flecha, catenaria de Saint Louis.
“Sublime”, su mobiliario, sus sillas, su exquisita mesa “Tulip”, seguramente, la mesa más famosa del mundo. ¡Nuestra mesa de Carrara!
“Excepcional” porque, solo él, supo ver en aquel garabato de corazas, en aquel dibujo de Utzon, en aquel descartado opositor, la maravilla de una idea excepcional. Solo él, le eligió para levantar la orgullosa Ópera de Sidney.
Y, “excepcional”, porque, de nuevo, solo él, ya soberbio y arrogante arquitecto de Yale, experto diseñador, pedante jurado, dueño del mundo, señor de los anillos, hijo rico, rey del MOMA, solo él, supo ver en aquel mendigo de las líneas, al mejor diseñador del mundo. Solo él, apadrinó a, ¡Charles Eames!
F.N.
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