“Poros, vetas, círculos de dulzura,
peso, temperatura silenciosa,
flechas pegadas a tu alma caída,
…
y hagamos fuego, y silencio, y sonido,
y ardamos, y callemos, y campanas.”
Y al igual que Neruda, amamos la madera, imponente homenaje de la naturaleza a la arquitectura, lienzo con ojos de belleza donde se transparentan luz y rosas pálidos.
Como la amó Tadao Ando en su efímero y añorado Pabellón del 92.
Como la ama Kengo Kuma, arropando su hermoso “Centro Comunitario” de Sidney con hilos sinuosos de madera de Akoya.
Como la ama Jürgen Mayer regalando a Sevilla la sombra más bella del mundo, sombra de voluptuosas y atrevidas formas. Bóvedas de arte, umbría encolada, penumbra de “setas encarnadas” en oscuridad.
Como la amaron los arquitectos Hahm & Pantic esculpiendo su arrogante “Steampunk Pavilion” en Tallin, sutil conglomerado de espirales anudadas sin forma ni función.
Como la ama nuestro carpintero Vicente (Carpintek), que nos regala tiempo y cariño para componer encuentros imposibles, juntas olvidadas, cálidas texturas…
F.N.
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