La arquitectura del movimiento moderno internacional, se consolidó con él, con sus obras y después de él, nadie se ha atrevido a hacer algo mejor.
Caminábamos lentamente por la estrecha senda de un bucólico bosque cubierto de corteza de alcornoque y el ruido del río acompañaba, nuestros pasos y el pulso acelerado de nuestros corazones. Y de repente, allí estaba, ¡lo sublime, hecho arquitectura!
Habíamos llegado a Plano, (Illinois) desde Chicago en un coche alquilado y paramos, para preguntar, en el aparcamiento de un pequeño centro comercial que hay a la entrada del pueblo. La pareja se encogió de hombros, pero amables, nos acompañaron al interior de una de las tiendas y un cliente nos indicó el camino para llegar a la “extraña casa” que gente “rara” cruzaba el mundo para ir a visitarla.
Mies van der Rohe no solo abandonó a su amante Edith Farnsworth, además le dejó como herencia una casa invivible. Y sin embargo, construyó … ¡la vivienda más extraordinaria que existe! Alejada de su tiempo, de los gustos de la época, hizo, como Calatrava o Gehry, algo diferente, arriesgado, incluso temerario e imprudente.
Heredera del Pabellón de Barcelona que Mies proyectara en 1.929, la vivienda es, el resumen de la simplicidad, dos planos que definen techo y suelo conectados por escaparates llenos de naturaleza.
La casa Olnick Spanu de Campo Baeza, 50 años después, es un homenaje directo a su simplicidad, que recupera idea y formas sin complejos.
Nos encantó ser “raros” y ¡cruzar el mundo para sentirla!
F.N.
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