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17 de feb de 20211 min.

EL RUMOR DE SAN FRANCISCO

Actualizado: 18 de feb de 2021

Recuerdo las lecciones magistrales de Vicens, explicando la fuerza y eficacia de la Sala de la Barca, un espacio desproporcionado, antesala de Comares que distraería la atención de sumisos embajadores.

Para uno de nuestros peregrinajes anuales por el palacio más bello, tuvimos la suerte de poder reservar noche en la torre del Alba del convento de San Francisco, en el mismo recinto de la Alhambra.

Previsión de día lleno de actividades como antesala de futuros recuerdos, nuestro recurrente recorrido por generalifes con acequias, agua y patios; leones con mocárabes, reyes, hermanas y ajimeces y por supuesto, comares con lagos, barcas y embajadores.

Y ya preparados para dar cumplimiento a sincronizados recorridos, andando por la casualidad, ¡nos atrapó el rumor del agua!

Una simple fuente de mármol, en el simple claustro del antiguo convento, con simples macetones de verdes olorosos, el empedrado de aquél suelo maravilloso y la líquida paz de sabernos acompañados únicamente por el croar de un gigantesco sapo, nos cautivó y no pudimos movernos de allí, en horas.

Henchidos de paz, no llegamos a ver nuestra Sala de la Barca.

F.N.

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